jueves, 23 de octubre de 2008

Tras la tormenta

Las olas del mar sin luna
La tempestad del pacifico norte
El sabueso de mar anclado y ya sin barco
La sal...
En las nutridas aguas del origen se debaten la tristeza de mi naufragio con los últimos resabios del corazón.

La sal, la muerte, la sal, el ancla, la sal
Me arrancan la esencia
Deshidratan mi carne
Recuecen el mismo humor de estos ojos ciegos
El agua se me escapa por los poros y…
Ahora el vacío suplanta en mis venas la fuerza de mi antes nitrido corazón.

Al agua abandona mi cuerpo
Reemplazada por la sal
Y no halla más sustento en este deshidratado vaso
Se me funde con los dedos
Que de agua misma y peces se disfrazan
Para dar cuenta de lo inmaterial que el mar ahora me ha vuelto.

-décima luna-
Yaxkin 2008

viernes, 4 de enero de 2008

Invierno

Descendió nuevamente la temperatura en esta Babel, siento frío, frío que cala hasta lo más hondo de mis huesos. Es un frío que no se asemeja a los de la fría montaña vestida de blanco, es un frío que duele, en los nervios adheridos a la carne, constriñe los músculos evitando el más mínimo movimiento, haciendo lento el pensamiento, confuso, vicioso, ahíto. No logro calentar mi sangre ni mis extremidades, no logro que el pensamiento fluya lejos de ti. Encalla como un viejo buque ballenero que no más ballenas cazará, cansado y medio lleno de su tripulación medio muerta, añeja, entumecida hasta en sus articulaciones rebosantes de sal, crujientes. Marinos muertos o a la muerte próximos, encallados en un puerto desierto y helado en medio de esta podrida Babel, que ni mar mas tiene, sólo el puerto inútil, como el barco y sus marinos con su aceite rancio de ballena. El frío enjuta aún más los gastados músculos de los marinos y el corazón que no es más que un músculo, cansado así este también fallece, desgastado, salado, congelado… frío…frío…frío. El hielo a mi puerto ha llegado…y ya no hay mar, ya no hay mar…